Tenía catorce años, la mirada inquisidora y segura, el
cuerpo prieto, la piel frutal y unos senos redondos y bien formados. Veraneaba
entonces en casa de mi abuela materna, en un pueblecito cercano a la playa. Era
un lugar de reunión familiar de tíos y primos. Dormíamos la siesta en una
amplia buhardilla, todos los primos juntos, en colchones en el suelo. A veces
invitábamos a algún amigo de la pandilla. Y muchas veces, te invitábamos a ti,
que eras como de la familia aún sin serlo.
Sabía que yo te
gustaba, que te volvía loco; me devoraban tus ojos a cada instante silencioso y
disimulado. Yo jugaba contigo a hacerme la encontradiza, a rozarte sin querer
a cada paso... y, mira por dónde, te tocó dormir a mi lado. Nunca he creído en
las casualidades. Quise probarte, quise probarme a mí misma y a ese imán que
descubría dentro de mí cada día que pasaba.
Así era yo entonces (a ratitos, claro). En la pandilla todos me tenían
un poco de miedo por mi carácter fuerte y tú eras tan tímido y modoso...
Para dormir me
puse una camiseta de tirantes y me quité el sostén. Me tumbé de lado, mirando
hacia ti. Te sonreí y cerré los ojos, haciendo que dormía. Tenías tus ojos
clavados en el canalillo de mi escote y en el recorrido de mi silueta desde mi
flequillo hasta la punta de los pies. Cuando me aseguré de que todos estaban
dormidos, me moví, como en sueños, y dejé escapar de la camiseta uno de mis
rosados pezones.
No podía abrir
los ojos, pero sentía tu aliento cada vez más cerca, el calor de tu mano
indecisa acercándose a mi pezón erigiéndose... Entreabrí los ojos y alejaste tu
mano, poniéndote colorado como un tomate. Volví a hacerme la dormida, mientras
me excitaba la idea de tenerte tan cerca luchando contra tu instinto. Mi cuerpo
despertaba al deseo. Notaba la dureza de mis pezones y un calor que subía entre
mis piernas, te notaba otra vez cerca...
Entonces lo hiciste. Dejaste que tu dedo
índice recorriera el borde de mi pezón, acariciándome con una deliciosa
suavidad. Te dejé disfrutar (me dejé disfrutar) durante unos minutos así y pronto sentí tu
aliento cerca de mi seno. Una lengua infantil y temblorosa recorrió mi rosado
sendero y endureció aún más mi pezón, noté mi sexo húmedo entre los muslos...
Una bofetada
enorme y sonora acabó con todo aquello.
- Eres un
cerdo-te dije. Y me quedé tan ancha.
Después ya nunca
más me miraste a los ojos. Yo me sentía feliz porque había ganado, aunque aún no
sé exactamente el qué.
Bueno, al menos no lo capaste... algo es algo.
ResponderEliminarJoder...
Mi Eva-buena me fastidia algunos planes... ja ja.
ResponderEliminarUn beso agradecido.
Estas segura de que ganaste?
ResponderEliminarHay momentos en que la victoria no merece la pena.
Me gusta lo que leo por aqui
Saludos.
Ahora sé que no gané... ja ja.
EliminarPero entonces...
Un beso agradecido.
El juego de la provocación. La adolescencia y sus hormonas. Un bonito recuerdo.
ResponderEliminarCon tu permiso me quedo por aquí, Eva.
Mil besitos y feliz día.
Encantada de tenerte con nosotras, Auroratris.
EliminarUn beso múltiple.
Jajaja me ha hecho gracia el comentario de Toro.
ResponderEliminarUn placer leerte, preciosa.
Un beso enorme.
Es que desde el punto de vista masculino... la cosa se ve distinta, supongo.
EliminarUn beso sideral.
Una adolescente chiquilla descubriendo su poder de seducccion. Bonita historia, un placer leerte. Saludos.
ResponderEliminarQué tiempos aquellos...quién los volviera a pillar...
EliminarUn beso joven.
El juego de la provocación.
ResponderEliminarBesos.
Ese juego que tanto nos gusta a tantas y a tantos...
EliminarUn beso redondo.
Gracias a ti, Evan.
ResponderEliminarLa adolescencia es una etapa tan importante en el crecimiento...
Un beso sonriente.
Lo vivi es hermoso pero me quedo con mi hoy grandioso
ResponderEliminarSin duda. Pero recordar, a veces, es divertido, o esclarecedor, o simplemente entrañable.
EliminarUn beso de memoria.
Me ha gustado mucho tu escritura.De adolescente viví una siesta parecida en la finca familiar de Andalucía. Mi prima se portó más cruelmente que tú. Se "vengó"
ResponderEliminarcon un chivatazo a mi abuela...
Un beso de colega aún herido.
Temibles abuelas... ja ja.
EliminarGracias por quedarte cerca.
Un beso sanador, colega herido.
Me quedé congelado con el final, pero claro, la mujer siempre es imprevisible. Y me recuerda también a algunas historias mías, por suerte con satisfactorio desarrollo, tal vez si algún día querés acercarte a leerla, es la que se llama "Con el viento en su mano".
ResponderEliminarTu relato es brillante, me encantó por varios motivos, pero sobre todo por haber sido escrito casi como con la misma inocencia de entonces.
Un gusto encontrarte en el mar virtual.
Abrazo desde el fin del mundo.
¡Muchas gracias, Navegante!
EliminarNos leemos.
Un beso virtual y marino.
De casualidad en tu casa y grato descubrimiento para mi.Buena narrativa.Saludos desde CHILE.
ResponderEliminarGracias por visitar mi rinconcito y por dejarme el regalo de tus palabras.
EliminarEspero que disfrutes con mis letras.
Un beso agradecido.
La vida tiene estas cosas,a veces nos negamos el disfrutarla.
ResponderEliminarBesos.
Tienes toda la razón.
EliminarUn beso vital.
Me alegra que me hayas visitado; por la visita en si, pero sobre todo porque me has mostrado el camino a tu blog. Me gusta.
ResponderEliminarBesos.
A mí también me alegra que estés por aquí.
EliminarUn beso anfitrión.
Uau!, que loucura...
ResponderEliminarEstou seguindo o seu BLOG
Beijos, muitos beijos.
.
Obrigado amigo.
EliminarUm beijo espacial.
Me parece que yo no habría sido capaz de detener esa lengua...
ResponderEliminarBesos.
Estarías más madura que yo... ja ja.
EliminarUn beso agradecido.
Quizás no todo sean horrores
ResponderEliminarAún quedan magos
tras tragos de largos estragos,
dolores, se tornan placeres...
Aciagos temores, tambores,
el miedo se esfuma, no llores
{AM - Memorias del Ángel Cautivo mi Señora
Gracias por pasar por aquí, señor Arsenal.
EliminarUn beso esfumado.
Deberias haber disfrutado un ratito mas jajajaja
ResponderEliminarAhora lo haría, ja ja... pero era tan jovencita...
EliminarUn beso, Bella.