sábado, 29 de febrero de 2020

La fiesta de Luis



        El martes de esta semana ha sido el carnaval y a mí, como amante que soy de los disfraces, me encanta. Ayer viernes celebró su tradicional fiesta mi amigo Luis en su casa de campo. El tema de este año era Roma y fui vestida de romana, con una túnica sencilla, unas sandalias preciosas,  llena de abalorios y sin peluca esta vez.

       Al llegar me presentaron al invitado sorpresa de este año, un tal Pedro. El hombre me pareció atractivo nada más verlo: un aspecto muy varonil, las arrugas justas, un cuerpo bien formado, unas incipientes canas perfectamente distribuidas, unos rasgos bien marcados, unos intensos ojos almendrados, un disfraz de gladiador que quitaba el hipo y unas uñas perfectas. Pocas veces me atrae un hombre de esa manera.

       Lo  que más me gustó de él fue que no se fijó en mí para nada.  Me gustan ( sería más exacto decir que a mi Eva leona le vuelven loca) los hombres que no me hacen caso porque supone un reto conquistarlos, así que le seguí la corriente al principio y ni siquiera le miré durante las dos primeras horas.

      Después de ese tiempo, dejé actuar a mi Eva más intelectual y desplegué todas mis armas culturales para atraerle por mi cabeza. Me arrimé a un grupo que estaba cerca y dejé que me escuchara hablar sobre poesía del siglo XIX, sobre literatura japonesa, sobre Arte, sobre Música... Tampoco me sirvió de mucho, porque parecía no prestarle atención a nada de lo que yo decía.

      Me tocó de pareja en varios de los juegos subiditos de tono a los que jugamos y nos quedamos ambos desnudos dos veces en el strip-póker, pero él sólo miraba a las cartas.

       Decepcionada conmigo misma, con mi leona herida en el orgullo y cerca de las siete de la mañana, decidí marcharme. Mi amigo Luis me  acompañó a la puerta.

- ¿ A que es majo mi amigo Pedro?- dijo totalmente convencido.

- Psé.

- Acaba de romper con su novio, mujer, hay que darle tiempo para que se recupere.

Esbocé una sonrisa, besé en los labios a mi amigo ( nos besamos siempre así) y me despedí de él.

- Pobre. Si me lo hubieras dicho, hubiera sido más atenta con él.

martes, 25 de febrero de 2020

¡Gracias, Pitt!

( Foto de cabecera del blog de Pitt Tristán) 


       Esta semana me he llevado otro regalo sorpresa de mano de mi amigo bloguero Pitt Tristán. Os paso el enlace por si queréis ver de qué estoy hablando....


      Veintitrés besos para Pitt y otros veintitrés para cada uno de los que habéis comentado su entrada. Mis otras Evas y yo, os queremos.

sábado, 22 de febrero de 2020

Amador



          Ayer estuve viendo fotos y encontré unas cuantas con mi amigo Amador. Esbocé una sonrisa al acordarme de una anécdota que me ocurrió con él. No llegamos a salir de verdad nunca, pero siempre ha habido una cierta tensión sexual tras lo que ocurrió.  Ahora nos vemos poco porque él viaja con frecuencia por motivos laborales; antes quedábamos varias veces al mes.

         Le conocí hace cinco años, por estas fechas, en una fiesta. Era y es un hombre distinto a todos los que he conocido: sincero como pocos y muy, muy directo. Implacablemente directo. Incorrectamente directo. La contrapartida de esta desbocada sinceridad es que también es muy hiriente a veces, por lo que no tiene muchas relaciones estables.

         Me gusta la gente que camina transparente por la vida, la que se muestra tal y como es, sin tapujos ni complejos, pero si ya es bastante complicado ser su amiga en algunos momentos, no quiero ni imaginar lo que sería ser algo más, así que, desde el principio, descarté que lo nuestro fuera más que lo que es.

        Llevábamos varios días quedando para compartir tardes de asueto, sembrando una amistad sin grandes ambiciones, refugiada yo en una gran coraza que no le permitía entrar demasiado en mi vida, estando herida como estaba entonces por una reciente ruptura con el ser más mentiroso y falso de la Tierra. De pronto, sin venir a cuento, en una cafetería, me soltó:

         - Perdona, Eva, pero me muero por abrirte la blusa y verte una teta... ¿Puedo?

        No le respondí con palabras, pero caí rendida ante su sinceridad y, evidentemente, le di el capricho... Entre otras cosas, no me apetecía a mí cargarme la conciencia con "muertes" por chorradas como ésa... .

          A mi Eva más temperamental le "pone" la sinceridad a bocajarro. ¡Qué le vamos a hacer...!

sábado, 15 de febrero de 2020

El reloj de mi abuelo


      Alguna vez os he hablado de mi abuela francesa, liberal y adelantada a su tiempo, y de sus fotos semidesnuda en blanco y negro, que mi abuelo coleccionaba y exhibía sin pudor y que fueron un escándalo en su época. También os he contado que mi abuela tenía a mi abuelo absolutamente encandilado, enamorado hasta las "trancas".

     Particularmente, creo que el amor duradero debe tener muchos componentes, entre ellos una satisfactoria vida sexual. Y no entiendo por sexo sólo el deseo de los cuerpos, ni el disfrute mutuo de los mismos, me refiero a mucho más: a la comunión sexual de las mentes, al gozo de la fantasía en pareja, al juego y a la complicidad diarios, al disfrute común de la libertad completa del otro.

     Hace pocos días, ordenando el trastero de la casa del pueblo de mis abuelos, apareció esta reliquia... Me fascinó, como todo lo que encuentro de ellos.

miércoles, 12 de febrero de 2020

¡Gracias, Enrique!

       



          A veces la gente generosa se cruza en tu camino y te da sorpresas. Eso ocurrió la semana pasada, cuando me encontré mi blog reseñado en otro blog.
        Gracias, Enrique, por tu reconocimiento.
        Un beso grande.

        PD: Cualquier comentario, hacedlo PINCHANDO AQUÍ . Gracias.

sábado, 8 de febrero de 2020

Sombras chinescas

                                               

          Desde muy pequeña me fascinan las sombras chinescas. Me apasiona jugar con la sombra que hacen mis manos o mi propio cuerpo en el suelo, en las paredes... Los juegos de luces y sombras, en general, me parecen una mina de oro para el desarrollo de la creatividad. Al juego infantil de hacer figuras tras una sábana blanca ( la cabeza que habla, el águila, el perro, el conejo...) se le puede dar también un giro erótico para hacerlo de adultos y para hacer menos rutinario el arte de amarse. Tras una sábana, iluminada sólo por un foco con colores y con un maillot ajustado que deje marcar todas las partes del cuerpo, puede despertarse el  deseo y la imaginación de cualquier espectador. Doy fe.

          Mi amiga Marta y yo, con diecisiete púberes añitos,  nos sacamos un dinerillo con un espectáculo erótico que ingeniamos basado en los juegos de sombras. Por esos años mi Eva más sensual me habitaba casi todo el día y mis otras Evas apenas discutían con ella.  Representábamos nuestra coreografía, con música variada y sonidos de la selva, en el garaje de los padres de un amigo del barrio, que estuvo encantado - durante los escasos treinta días que duró- de participar en la loca aventura cediendo el espacio y llevándose una comisión de las entradas.

      El garaje se llenaba los fines de semana. Marta y yo nos divertíamos mucho ideando.  No hacía falta que nada fuese verdad,  sólo que lo pareciese a través de la sábana. Fingíamos duchas, juegos lésbicos, caricias, posturas imposibles. Teníamos un falo de plástico de esos que se cuelgan en la cintura y una de las dos hacía de chico en algunas escenas...

       Supongo que los vecinos sospecharon de tanta actividad en la casa. Todo terminó el día que mi padre ( hombre rígido y de moral intachable) se enteró del asunto y me sacó de allí montando un espectáculo que quedó para siempre en la memoria de todos. No me quedó más que obedecerle porque ( por los pelos, que conste) era menor, jurándole con rabia que, en cuanto cumpliera dieciocho, haría lo que me diera la gana...

        El mismo día de mi cumpleaños cumplí mi juramento, pero la verdad es que ya había perdido toda la gracia y mi cabeza estaba en otros proyectos...

sábado, 1 de febrero de 2020

Aniversario de una venganza



          En un día tal como hoy, me dejó literalmente plantada y sin darle yo motivos, uno de mis ex, Manolo. Acababa de cumplir 40 y se encontraba en una de esas crisis existenciales que les dan a algunos hombres al cambiar de dígito en la edad o ascender en el trabajo. Decía -el capullo- que de pronto sentía un vacío, que necesitaba tiempo, que no estaba acostumbrado a tanta intesidad ni a que se le entregaran de esa forma, que no estaba preparado para tanto compromiso... Y mientras decía esto, llevaba en el móvil numerosos y pegajosos mensajitos de  la joven y exhuberante Mariela ( su secretaria) que terminaban con  " Estuviste fantástico. Un besito, cariño, te quiero".

          Siempre que llega esta fecha me acuerdo de él, pero no con tristeza, sino con una gran sonrisa. De menudo idiota me libré.

       Manolo era un hombre importante, serio, educado, muy respetado, famoso - a la vista está que injustamente- por su franqueza e integridad... y trabajaba en una empresa dirigida por un extremista religioso de misa diaria , padre de una numerosísima familia,  que sólo se rodeaba de gente que pensaba como él.

        El caso es que, después de llorarle amargamente durante el largo tiempo que merecía o un poco más ( unas 24 horas), mi Eva vengativa me instó a no dejar las cosas así...

         En unos días, recibió en su despacho, de manos de una sorprendida y decepcionada  secretaria,  un lote de revistas pornográficas de lo más variado y  más fuerte, a las que él - sin saber cómo ( je, je) - se había suscrito. Por mucho que lo negó, nadie le dio crédito...

          Paralelamente, el Director General recibía de manos de su propia secretaria, un lote exactamente igual, pero con una nota escrita en bolígrafo rosa de su propio puño y letra ( soy buena imitando las caligrafías) , que decía:

 " Pienso en ti a todas horas, aunque tú no lo sepas.
Espero que disfrutes tanto como yo, cariño" 
Te quiero,
Manolo Aranda